Hoy no ha parado de llover

Siguiendo con las divagaciones de anoche y con todo lo que ha traído consigo…no las divagaciones sino el momento de soledad transitoria en el que me vi sumergida por unos momentos y que hizo que escribiese un correo, un tanto ambiguo por no decir absurdo a una persona desconocida. Alguien que un día se puso en contacto conmigo por tener algo en común y que me reñía por tener un poco olvidado mi blog.
Normalmente los sábados me cargo las pilas para el resto de la semana desde bien temprano. Primero voy al campo de golf a tirar unas bolas. Es impresionante la relajación que trasmite el césped recién cortado del campo, campo muy resguardado que hace que te quedes en manga corta en pleno mes de enero. Me gusta el silencio roto por el golpe seco del palo contra la pelota. Después me voy a correr por el paseo marítimo. No sé cuántos kilómetros hago, pero por reloj son dos horas. No corro todo el tiempo. A veces me meto en la arena y me mojo la cara con el agua del mar y me recreo en el calor del sol. La verdad es que los sábados por la mañana son mi premio a una semana dura de trabajo, me hacen ser consciente de lo afortunada que soy con todo lo que tengo, que es mucho.
Hoy ha llovido. Me he metido en el supermercado de unos grandes almacenes. Soy una mujer atípica, odio comprar (bueno, me encantan los zapatos) intento evitar meterme en un super y menos un fin de semana, que para eso está Internet, pero tenía que comprar vino y los vinos, como los libros, me gusta verlos y tocarlos.
O sea, que el día no empezaba muy bien. No golf, no correr y grandes almacenes.
Pero…el des-conocido virtual había contestado.
Después de todo no iba tan mal. Me ha hecho ilusión!
Y de repente, es como si gracias a esos mails hubiese recuperado algo que tenía un poco perdido, el placer por escribir, contar cosas, darme a conocer. A veces me encierro tanto en mi misma, puedo llegar a ser tan autónoma e independiente que a veces me asusta.
Mañana seguirá lloviendo.