martes, mayo 23, 2006

una almohada

El último día que estuve con él, casi a punto de salir de su casa para coger el avión de regreso, me llevé su almohada. Una almohada berlinesa, inmensa, llena de plumas y, yo pensaba, llena de sueños. Me la llevé porque sabía que nunca más volvería a dormir en esa cama, me la llevé porque pensaba que por las noches, ya sola, mis sueños podrían mezclarse con esos otros sueños que habrían anidado en esa almohada.
Me equivoqué. Nunca sentí nada especial, si acaso su olor los primeros días que poco a poco se fue perdiendo. Esa almohada estaba vacía.
Ha vuelto a aparecer, de repente, sin avisar, casi sin querer. No sé qué querrá, por si acaso no contesto, no vaya a ser que venga a por la almohada, ahora llena de mis sueños.

2 Comments:

Blogger giovanni said...

Ya es tu almohada, no el suyo.
Saludos

11:07 a. m.  
Blogger la-de-marbella said...

De mujer a mujer: Tira la almohada. Y recuerda: Agua que no has de beber, dejala correr. No obstante es tu almohada, tu misma. Besos y cuando quieras tomamos un cafe ó lo que quieras.

7:27 p. m.  

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