viernes, noviembre 19, 2004

Pequeñeces

Últimamente noto que me estoy haciendo mayor porque cada vez me gusta más el jazz y hace 15 años me parecía música de carrozas, claro que con mi falta de tiempo es la que más se adapta para leer, así mato dos hobbies al mismo tiempo. Durante el día, mientras trabajo, radio 3 a toda pastilla. Es increíble la música, las sensaciones que puede llegar a transmitirte (Wim Mertens un día de lluvia, una canción de Los Secretos cuando menos te lo esperas, Cabo Frío mientras conduzco por la Castellana un domingo por la noche). Me ocurre lo mismo con el arte (perderme, dejarme envolver por un cuadro de Tápies en el Macba), leer (otras vidas, otras culturas), una buena conversación (en su defecto una carta interesante) el buen vino (siempre en una buena copa), un atardecer y por qué no, el amanecer, la lluvia y el sol, el frío y el calor, reír, reír mucho, escuchar, oír la risa de mis hijas, verlas dormir, investigar, pasear, aprender. El campo y las grandes ciudades. El mar, la musicalidad de las hojas de los árboles movidas por el viento, las personas de mente sana, el olor a tierra mojada, el fuego de una chimenea, un cola-cao fresquito con galletas, mmmm, el olor a café por las mañanas al salir de la ducha, las sábanas limpias, el orden y el desorden ordenado ... No acabaría nunca... soy feliz con las cosas más nimias. También es verdad que las cosas más tontas a veces me hacen llorar.

miércoles, noviembre 17, 2004

A veces...

...me gustaría sentarme a descansar al borde del camino, que las hojas de los árboles me den sombra y me susurren.

miércoles, noviembre 10, 2004

Campo de amapolas

Anoche soñé con un campo lleno de amapolas. Era una tarde cálida, el rojo intenso teñía el campo que hacía un contraste increíble con el cielo azul. Y el sol.
Anoche soñé que corría rápido y feliz por ese campo. El recuerdo de mi niñez.
En época de cambios, ante el miedo a lo desconocido, mi mente se defiende, me abstrae, me pierde en la sensación de protección que tenía cuando era una niña, el pensar que todo va a salir bien, que la vida es un campo de amapolas.

domingo, noviembre 07, 2004

Las palabras mecen los sueños

La ciudad duerme todavía sumergida en el silencio de la noche. La radio encendida, la voz que suena a través de las ondas, las palabras que mecen los sueños. El duermevela, que hace que me levante sin saber muy bien donde estoy y que según avanzo al gran ventanal del salón, me hace recordar quien soy. El otoño busca su sitio y deja su rastro en las aceras de la ciudad. Viento que se lleva las hojas en torbellino, el asfalto mojado después de la torrencial lluvia caída.
Un semáforo parpadeante, una mente adormecida y cansada.
La mente emerge por unos instantes en la tranquilidad de la calle, apenas un par de coches rompiendo el silencio, las palabras de la radio, ahora lejana, dejan paso a una melodía de jazz. ¿Cuántas personas estarán despiertas ahora? Pienso en ese locutor de radio. Vive de noche ¿qué sentirá al vivir al revés? Es una tontería pero ¿estará casado? ¿qué tipo de vida lleva con su mujer? Cuando él llega de trabajar, ella empieza el día: tú dormido yo despierta, tú despierto mientras yo duermo. Quizás en este momento ella le esté escuchando, quizás haya llegado a una simbiosis de amor en el que ella haya rechazado su vida diurna, social, de cuando sus amigas toman café y hablan de sus cosas, de cuando haces la compra en el super o trabajas, por estar esperándole para compartir el día con él en sueños.
No puedo meterme en la cama, lo único que haría sería dar vueltas y más vueltas. Hoy seré como ellos, como las miles de personas anónimas que viven, trabajan en la noche.

viernes, noviembre 05, 2004

Las Cenicientas de hoy

Cómo ha cambiado el cuento, antes una tenía que ir perdiendo zapatos por ahí para que el príncipe los recogiese y tuviese una excusa para volver a encontrar a la mujer de sus sueños. Ahora basta con dar tu e-mail. Claro, que los príncipes ya no son lo que eran. Dicen las malas lenguas que, en los difíciles tiempos que corren, en cuanto besas al príncipe se convierte en rana. En fin, prefiero hacer oidos sordos y seguir pensando que existe un hada madrina que un día con su varita hará que el cuento tenga un final feliz. Y mientras… seguir esperando.

lunes, noviembre 01, 2004

El principio

Aquí estoy metida en este lio, en realidad, algo innato en mí. Hace unos días hablaba con un amigo del tema de los blogs y de alguna manera estábamos de acuerdo que es ese diario que hemos llevado todo hijo de vecino en un momento de nuestra vida, ese diario en el que íbamos metiendo todas nuestras inquietudes e ilusiones. Muchas, muchas ilusiones, porque en la época en la que se empieza a escribir un diario, de eso no falta. Por eso ahora me animo, porque aunque han pasado muchos años desde mi primer diario, no he perdido las ilusiones, los sueños. De alguna manera, sigo construyendo nubecitas de colores en las que me puedo sumergir cuando el resto se pone un poco mas gris. Claro, que las cosas cambian, y el temor de mi niñez a ser descubierta, a ser leída por mis hermanos mayores que hubiesen hecho un circo con todo lo escrito, se disipan y no sólo no lo escondo, me muestro como soy. Quizás ellos y muchos otros, se animen a hacerlo algún día.