montaña rusa

Estos días mi vida es algo parecido a una montaña rusa. Lo mismo estoy arriba del todo con un vértigo alucinante que bajando a toda mecha con la adrenalina a tope y cuando parece que ya estoy a ras de suelo, vuelta a subir, con la consecuente emoción de no saber qué es lo que puede venir (peligro de shock incluido).
Reconozco que me gustan los retos, las cosas difíciles, pero no sé si no me estaré excediendo con tanta voltereta, que ya cansa y a lo máximo que quiero aspirar es, como mucho, a una mecedora cuando quiera emociones fuertes.
Es lo de las vueltas que le comentaba a mi querido amigo virtual Giovanni. La vida da vueltas, muchas vueltas. Cuando todo parece que empieza a asentarse, empieza a girar sin saber a dónde te va a lanzar el centrifugado.
Quizás ahí está la ilusión, la vida. Qué aburrido sería pensar que todo va a ser igual siempre. Despertarte cada mañana sabiendo lo que te espera, aunque ésto sea lo mejor.
Mi vida fue así.
Un día dio una vuelta.
Desde entonces no ha parado de girar.
Desde entonces no tengo tiempo para llorar.
Desde entonces me sorprendo todos los días.
Y sobre todo, desde entonces, encuentro la felicidad en las cosas más pequeñas y la saboreo intensamente.